Imagen de «Descalzos por el
parque» de Gene Saks (Robert Redford y Jane Fonda)
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rácticamente todos los problemas
de una especie se resumen en una cuestión de
espacio. Y la nuestra –la de la mayoría de los que leéis esto- no iba a
ser menos. Imaginemos una manada de lobos cuyo territorio de caza suele ocupar
unos 200 km2. Ahora les ponemos en mitad del bosque mediterráneo un
apartamentito muy cuco de 70m2. Y ahí tienen que vivir el macho y su
hembra Alfa, la cuñada Beta (que está en paro lobuno) y la camada. Con visitas
esporádicas de la suegra doña Épsilon.
Y
encima dile a la feliz pareja que de todo lo que cacen tienen que entregar la
tercera parte al BBWolf para pagar la hipoteca.
¿Cuánto
crees tú que tardarían en enseñarse los colmillos?
-«Claro.
Como el señor se va por las noches a cazar con sus amigotes, aquí se queda una
bregando con los lobeznos hecha una esclava».
Y
así.
Por eso tienen
un territorio extenso.
En
mi humilde opinión, la pareja humana, en su concepción de monógama y
monodomiciliada, está abocada al fracaso. Aunque en este tema, la excepción sea
igual de gorda que la regla, ya que sólo, aproximadamente, la mitad de las
parejas acaba separándose. Es como la ruleta: Nadie apostaría todo al rojo si pensara
serenamente que existe el negro. Excepto que intervenga un factor genético,
difícilmente resistible, que en su día fue muy útil para la continuidad y
mejora de la especie: El impulso sexual-amor pasional. Que es ya una patología
lo suficientemente estudiada por la ciencia como para cifrar su duración entre
24 y 36 meses de convivencia ininterrumpida. Después de la cual la «locura
química» en el cerebro vuelve a la normalidad.
Cuando
vivíamos en las cuevas de Altamira, la cueva en sí no era el domicilio inviolable en el que se obligaban a
vivir un clan o una tribu. La cueva era
sólo un utensilio más para defenderse del clima, lo mismo que el fuego
–como herramienta- o las pieles de bisonte. Por eso no había servicio postal.
Un
neandertal salía un lunes por la mañana de su cueva a trabajar y a lo mejor no
volvía hasta el jueves. Tanto el macho como la hembra tenían un inmenso espacio
personal para realizarse como homínidos y homínidas. Sin agobios. El valle
además era una gran guardería para los juegos de los neandertalillos. No había
prácticamente tráfico. Así, cuando volvían de sus tareas el neandertal y la
neandertala si no les había gustado el caldo de mamut de su pareja anterior se
cepillaban a otro/a y pelillos a la mar. La prole era criada en común y
amamantada por cualquier hembra lactodisponible. Que si Pamela Anderson llega a
ser neandertal te digo yo que los que nos extinguimos somos los sapiens.
Por
eso estoy convencido de que el «matrimonio de 70m2» no es viable. Y
si lo hacemos viable es debido a la renuncia. Renuncia a la que hasta hace muy
poco era obligada la mujer, educándola desde pequeña a pasar de mano en mano
del macho como una herramienta más. De manos del padre al marido. Esto solo era
posible con la lobotomización de sus capacidades a edades muy tempranas.
Hasta
que el Sistema, presionado por la incuestionable igualdad encefálica de los dos
sexos, comprendió que era económicamente rentable la liberación femenina. Una
familia: un televisor. Una mujer y un hombre por separado: dos televisores, dos
frigoríficos, etc. Y el Sistema vio que era bueno y dijo: «hágase». Entonces
aparecieron las familias monoparentales, las nucleares, las homoparentales, los
«follamigos» y toda la taxonomía habida y por haber del «arrímate que tengo
frío, manolo».
Yo
tengo una teoría: cuando te conoces de memoria el cajón de los tangas de tu
pareja es el principio del fin. Y no digo que no sea posible la convivencia. Lo
que digo es que cada cosa tiene su uso y su momento. El problema es que la cama
tiene varios. Y no son muy compatibles.
3 comentarios:
HAY SOBRAN individuos
Neandertalillos...
Familia de 70 m2...
jo qué nivel
Vaya...pues la lobotomía que me practicaron a mi fue de las mejores porque me encanta vivir en pareja. Eso sí, echaría a los lobeznos a vivir al pasillo que son los que realmente lo joden todo.
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