Uno ya de por
sí, con las espaldas y el cuello de que está dotado por la madre naturaleza, las
camisas las encarga a la fábrica que surte de paracaídas a la BRIPAC en Javalí Nuevo (Murcia). Cuando vas a cortarte el
pelo, el barbero suele colocar una tirilla de papel elástico alrededor del
gaznate para evitar que se introduzcan pelos. A mi me pone dos.
Dicho esto, hace
poco me pasó una cosa. Yo soy muy de pasarme cosas. Como al final he
sobrevivido a mí mismo, la cuento. Que os alegre la vida un rato.
Tenía un incipiente granillo sin
importancia en la barbilla y como el roce hace el cariño y la infección, de
tanto rozar la perilla con el casco de la moto, se cabreó y evolucionó en un
alien cuellicular. A los dos días ya se me puso una bola que parecía yo un
pelícano cargao de mantecaos de Estepa. A lo que tuve que ir al druida del
ambulatorio que lógicamente me mandó antibióticos, antiinflamatorios y todo
eso. Pero hete aquí, que al retirar el médico el esparadrapo gigante que yo me
había puesto, vi reflejado en su cara que no me quedaba mucho de vida... así que
el hombre me remitió a la enfermera en jefe de curas.
Estuvimos
en la puerta de la susodicha esperando nuestro turno -mi absceso y yo-, que ya éramos
camaradas porque habíamos pasado un puente de la Constitución magnífico —él jodiendo y yo maldiciendo—,
hasta que nos tocó entrar. Estaba la enfermera y una chavalilla con bata blanca
y cara de susto que yo veía que salía y le llevaba tinajas de agua y otras cosas.
Debía ser la enfermerilla en prácticas. Mandáronme tumbar en la camilla en
decúbito supinoprono, enguantáronse profilácticamente y me quitaron el
«esparatrapo». La enfermera le daba instrucciones a la chavalilla que ella
seguía con mucho aprovechamiento y mucha jodienda para mí.
Al ver el instrumental y ante
la ausencia de anestesia —excluyendo la colonia de la Sra. de la sala de
espera, «Cani Klein»— no estuve seguro si iba a ser una cura o una autopsia,
por lo que procuré respirar fuerte con la caja torácica para que el personal
descartara el que fuera yo un cadáver.
—Absceso submaxilar—.
Diagnosticó la enfermera en jefe.
Cuando vi que del instrumental
de tortura tomó una especie de bisturí pequeño me temí lo peor. Me auto atrapé
los brazos con la espalda no fuera a ser que en algún acto reflejo estampara a
la chavalilla en prácticas contra la pared de enfrente no teniendo culpa de
nada la pobre.
Así
fue como estuvieron rebanándome el pescuezo lentamente. Muy lentamente.
Tranquilitas. Practicaron un agujero para que saliera la gente que pudiera
haber dentro, limpiaron los bordes con el bisturí. Sin prisas. Y una vez hecho
esto me introdujeron una gasa. Mientras tanto —a falta de anestesia— recordaba
yo las desventuras de Iñigo, el mancebo del capitán Alatriste, durante las
torturas del Santo Oficio en «Limpieza de sangre»; lo que reconfortó mi
espíritu al distraerme un poco de la carnicería a la que asistía como gorrino protagonista en el día de San Martín.
Terminada
la operación, me pusieron varias clases de «vircrominas» y desinfectantes, amén
de un apósito que me hacía parecer recién llegado de las guerras púnicas. Y tuve que
ir a repetir el proceso cada tres días.
Ya
estoy mejor. Gracias. Pero lo peor es explicarlo a todo el mundo. Es cansao...
Al día siguiente me presenté en un curso que estaba haciendo y claro, empezaron
a preguntarme desde la puerta. Los cogí a todos y los reuní en el aula para
explicarlo solo una vez: «Pues tenía yo un granillo y un casco...». Y a los que
llegaron tarde los remití a sus
compañeros.
Por supuesto me tuve que
afeitar la barba antes de todo esto. De lo que os ahorro los pesares de rasurarse uno con doble
cuello. Ahora solo luzco bigote español «Duque de Ahumada».
Lo mejor es reventarlos y que
salga la pus.
Me refiero a los políticos.
*Con mucho cariño a mi Dra. Cobaltos. Que cura cuando
escribe.
2 comentarios:
Jejeejeee, yo he pasado por una operación de mano "me quitaron un bulto" y abrí los ojos y me vi la mano por dentro acssss!!!!
También me quitaron un granito de la cara... donde no pasó nada... y mi ultimo pasito por el hospital... salí con el bebe en brazos... despues de unas 12 de parto, empujando mucho pero sin anestesia, como una campeona!!
me has recordado a mi post del señor de cuenca. Tal cual lo cuentas, oye!
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