viernes, 3 de diciembre de 2010

Los Viernes al Blog: Corbatæ mallum necessarium.

                        Allá por 1.930, se acuñaron en U.S.A. dos términos contrapuestos: White-collar-workers y Blue-collar-workers. Que significaban algo así como trabajadores de cuello blanco y trabajadores de cuello azul. Para referirse a los que llevan cuello blanco almidonado con corbata en la ofi y los currantes de mono azul y tupper de garbanzos…más o menos.

                        En mi caso, la evolución ha sido de White a Blue, pero yo soy un tipo extraño. Lo normal quizá sea al revés. Por ejemplo, tengo un buen amigo en London, que evolucionó así. Es un tío que ha recorrido el mundo inseminando el Castellano,  desde el continente negro hasta Canadá, pasando por la Sorbona. Un Dr. Livingstone de la “Ñ”. La última vez que lo vi, hablaba seis lenguas vivas (aunque si resucitara Aristóteles o Calígula también podría conversar con ellos de fútbol). No se si existe “Filólogos sin Fronteras”, pero él debería ser el Secretario General. Me enseñó a cantar “La Internacional” en Esperanto cuando éramos adolescentes. Y aún recuerdo del estribillo.

                        Con su permiso y me temo que sin él, lo voy a usar a modo ilustrativo. Empezó de profesor de instituto con rebeca de punto y camisa a cuadros y ahora en la City londinense luce chaqueta y corbata. En su caso no quiere decir nada, supongo que en su contexto actual es lo correcto. A él siempre le han importado una higa las marcas de ropa, de coches, etcétera. Si le nombras “Mango” piensa en una fruta de pulpa carnosa, no en una franquicia de ropa.

                        Pues bien, por lo que parece, en el antiguo Egipto y en las legiones romanas, ya se usaba algo parecido a la corbata, pero el boom fue cuando esta prenda fue traída por los mercenarios croatas llegados a la Francia del s. XVII, y al ser del gusto de los franceses la adoptaron y pusieron de moda en su gran área de influencia. Hablamos de los tiempos del “Rey Sol” y el Despotismo Ilustrado –todo para el pueblo pero sin el pueblo- (como ahora, pero que no había IVA). Así que Gucci no ha inventado nada, me temo. 

                        La corbata NO ES cómoda. Cumple una función ornamental y de complemento a la camisa. No es como otras prendas de ropa que en general tienen una función protectora del cuerpo contra los elementos. Al haber evolucionado nuestra especie, perdimos casi todo el pelo protector, excepto en algunas zonas claves. Las cuales se enfrentan ahora a la moda del rasurado estético. Me refiero a las modas de afeitarse la cabeza o el pubis. Aquí voy a bajar varios peldaños en el nivel cultural del Blog para recordar aquello de: “Rubia de bote, xoxo morenote”. Espero que sepáis disculparme. Soy un firme defensor de la libertad de pensamiento de la entrepierna.

                        La hemos convertido en objeto de culto y en algunos casos símbolo de prestancia y posición social, aunque relativamente. Conozco gente que lleva años usándola y no sabe hacerse el nudo. Se lo hace o su pareja o –aún peor- la guarda con el nudo ya hecho, lo que de salir a la luz, provocaría un escándalo en los templos del vestir. Porque tipos de nudos hay muchos: el Windsor, el Windsor doble, el Americano, el Simple. Cada uno puede escoger el que más le vaya. Esto no quiere decir que el que escoja el nudo Simple, no pueda luego leer “La crítica de la razón pura” de Kant.
                       
                        A algunos nos pasa que al haber automatizado tanto el proceso de hacer el nudo, podemos hacérnoslo a nosotros mismos o frente a un espejo, e incluso con los ojos vendados. Pero si tenemos que “pensarlo” para hacérselo a otro es como cuando intentábamos cruzar los brazos en el manillar de la bicicleta. ¿Vosotros también conocisteis a vuestro primer odontólogo así?
           
                        Esta prenda en sí misma, bajo la perspectiva de la Física de Materiales, posee varias propiedades irrebatibles: Maleabilidad, ductilidad, electromagnetismo positivo hacia la salsa de tomate y otros líquidos salpicantes tendentes a la formación de decorativos fractales ajenos a su color de serie.

                        En realidad, es una especie de uniforme en el inconsciente colectivo –un uniforme uniformemente desuniformado- para cualquier acto social que se precie. La ausencia de ella, también es un mensaje subliminal. Pero en realidad es como el ser ateo: “No creo en la corbata porque como soy rojillo…”, “No creo en dios porque no existe”, las dos formas DEBATEN sobre el sujeto (corbata/dios), con lo que le dan una entidad. Me fío más de los agnósticos corbateros: “No es algo de mi incumbencia. Uso jersey”. ¿Por qué si no, personajes tan alejados de la estética occidental como Hu Jintao (Presidente de la República Popular China) usan esta vestimenta en las comparecencias globales? Prefiero a un Fidel Castro que lo ves venir como un berraco con guayabera, sinceramente.

                        Por último, permitidme hacer mi humilde homenaje a La Amistad con mayúscula y sin moralina. Hoy más devaluada que la antigua Peseta y tan desgastada como un maldito billete de cinco euros. Sólo si hemos pasado con alguien un poco de frío y un poco de hambre pateando un camino de zarzas, y después compartido con una sonrisa la última lata de sardinas, sabemos lo que es. Es como la sangre, que acude siempre a la herida abierta.

                        Que lo paséis bien en el puente, y felicidades a todas las Consti,  sobre todo a las que se… ¿cumplen?

9 comentarios:

Antonio Segar dijo...

Me ha chocado algo el contraste entre la historia, uso y costumbres de tan ornamental prenda y la cita filosoficamente materialista sobre el valor de la amistad. En cualquier caso, es un buen articulo. Divertido y ameno, enhorabuena Joe, otro gran éxito de lecturas, estoy seguro.
Un abrazo.

Joe Black dijo...

Sí, Antonio. Tienes razón, pero tenía que incluír esta referencia a la amistad, porque es mi pequeño agradecimiento a una persona con la que fuí muy feliz, durante mucho tiempo, y muy intensamente. Casi siempre con botas de montaña.

Anónimo dijo...

Empiezo a leerte y....me llevas en volandas niño. Es genial tu forma de plasmar tanto contenido, de ir relacionando lo que creía incompatible. ¡Dios! ¡cómo lo disfruto! ¡Genial! ¡Bárbaro!
Simplemente, sinceramente AUTÉNTICO Jose Andrés
Felicidades
Feliz fin de semana extenso que tenemos también para ti.
No me cambies nunca por favor

carmen35 dijo...

Simplemente genial. Me lo he pasado de vicio leyéndolo, jajajjaja. Y lo de la amistad... muy acertado y lo de la lata de sardinas... te puedo decir hasta la marca, ajjajajja. Un beso corazón!!!

Ricardo dijo...

Jelou Joe,( parezco Dios hablándole a George Clooney) ; antes de nada como usuario de corbata te tengo que decir que no estoy para nada de acuerdo con que es una prenda ornamental. ¿Viste el Imperio de los Sentidos?, pues bien joven, con la presión adecuada del nudo, se produce la acumulación sanguínea en otra extremidad, claro que tiene efectos secundarios de índole menor como la falta de riego cerebral !pero eso son pamplinas!. Un abrazo desde Motril

Aury dijo...

Hola Joe, yo creo que a los hombres que no les gustan las corbatas es porque no las han visto puestas en el cuerpo desnudo de una mujer, al estilo de Julia Roberts en Pretty Woman por ejemplo, de esta manera la corbata tiene su morbillo y deja de ser un modo de indumentaria mas o menos clasista para convertirse en una prenda más sensual, menos seria, íntima o si nos vamos hasta el último extremo, fetiche.

A mi me gustan las de lunaritos, la mar de alegres, son mis prefes.

Perdona Joe, después de leer este simposio sobre tu post del viernes, espero que mi comentario haya quedado a la altura, sin más nada que decir al respecto y esperando que al recibo de esta carta te encuentres bien, yo bien gracias a Dios y a los santos apóstoles, se despide de ti, hasta otra, esta amiga que te quiere y no te olvida:

Aury, que c'est moi.

Jajajaja, que loca, feliz puentazo Joe ¡¡

Unknown dijo...

La corbata es como las puñetas. El viernes, creo, hicieron los "Anda ya!" una encuesta preguntando acerca del significado de "Vete a hacer puñetas", y las puñetas son los puños de encaje de las togas judiciales, algo muy entretenido de hacer y con una finalidad ornamental y de producir sensación de poder y falsa dignidad, como las pelucas empolvadas,... todo tiene un interés social y lo hacemos formar partede nuestro cuerpo como lo más natural del mundo hasta que encontramos el absurdo. Hombre, mejor la corbata que lo de ponerse aros tamaño plato de té en el labio inferior, todo depende de la asociación cultural y personal que hayamos concedido a algo y, sobre todo, lo que nos hayamos mamado de cuna. Pero es cierto que la corbata desde un cierto momento empieza a recordar a los tiempos del Rey Sol y podemos cambiarla por otro elemento ornamental de poder o que proporcione la susodicha falsa formalidad y/o dignidad. Por ejemplo cuando salieron los primeros móvilesla sensación que producían era la misma, aunque ahora sean como los ombligos. También podríamos haber adoptado lo de los tirabuzones en las patillas o las plumas de ave cazada en la cabeza, pero lo del desparrame internacionalmente aceptado la corbata tiene bemoles, sí.
Lo cierto es que lo "socialmente establecido" tiene un peso terriblemente pesado, muy difícil de modificar, como si cortar con ello fuera como arrancarse una mano a veces.

Lo de asociar amistad con latas de sardinas no lo entiendo, yo con mis amistades sólo asocio compartir lentejas y no acepto otra connotación, que conste.

Unknown dijo...

He puesto un ejemplo malísimo al mencionar el móvil.Corrijo, estaba pensando en sus inicios. Lo cierto es que es un elemento tremendamente útil, a diferencia de la corbata, que tiene una utilidad relativa o ninguna. La misma utilidad que la corbata tienen los piercings, pero no son obligatorios, como ha sucedido y aún sucede con la coggbata.

Anónimo dijo...

La que llevo hoy me costó dos libras en una tiendecilla de Notting Hill. Es de segunda mano (o cuello, según se mire).
Gracias por las hípérboles a que te empuja la amistad, Joe.

El londinense