domingo, 23 de marzo de 2014

PRIMAVERA




     Puede que haya una primavera que comienza, sí. Floreció por primera vez en 1789, y los jardines de La Bastilla se cubrieron de rojo. En 1917 fueron los jardines del Kremlin los que se tapizaron de rosas de sangre. En 1945, de nuevo, se plantaron los viveros de los Derechos Humanos. Pero en realidad, siempre ha terminado llegando el invierno para la mayoría. Un invierno decretado por la minoría que vive un eterno verano de yates con putas y cocaína. No nos engañemos. Ellos no van a hundir sus yates. 













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