A
|
sistimos desde hace unos meses a la recuperación de un
término tan viejo en la historia que parece un neologismo, pero no lo es: La
Casta. No especificaré quién lo recupera porque Podemos caer en el
proselitismo. Y no es plan.
Que aunque
parezca, gracias a nuestra pedagógica telebasura o a la imparcialidad más que
demostrada de la televisión pública, que Dios creó el mundo en siete días y el
sexto engendró al hombre en la persona de Adolfo Suárez con la Transición… en
realidad antes pasaron un par de cosas. Incluso aquí —que cada siglo nos pide el
cuerpo una o dos guerras civiles—, existió una democracia (con sus carencias, o
sea, como esta) allá por 1931. Que duró «lo que duran dos peces de hielo en un
güisqui on the rocks» (que diría
Sabina). Pero aquí somos asín…
La Casta es un término delimitado por
el hinduismo (como ya sabéis mis queridos niños y niñas), pero fue usada por,
nada más y nada menos que don Benito Pérez Galdós. Y fue término arrojadizo
entre los políticos de la II República (Azaña, Lerroux…). Así que es un término
«Gran Reserva» de uso común en cada una de las degradaciones políticas de esta
vieja y dolorida España durante los siglos XIX y XX.
Que no han
sido pocas. Los españoles nos repetimos más que la morcilla de Burgos. La Casta
reinante nos borra la memoria cada pocos años y ale, a las barricadas.
Así que me
vais a permitir que anime un poco el cotarro con otro término: La Costra.
A los que
os gusta la cocina, sabréis a lo que me refiero. Bueno, a los que os gusta la
cocina o solamente recordáis el primer cacillo que calentasteis en la adolescencia
y se os fue la leche, con la persecución materna posterior (zapatilla volans post maternum absentia).
Porque la leche, como la energía, ni se crea ni se destruye. Se transforma. En
costra. O bien rememoráis con cariño aquellas primeras paellas de recién
casados, para las que los valencianos tienen un término que os salva: el arroz socarraet.
—No se me
ha pegao la paella, es que me gusta socarraet.
—Sí,
cariño, anda, déjame a mí…
Yo creo que
tiene su aplicación política. A ninguno se os ocurriría usar una paila tras
tamaño desastre ni para transportar yeso. Pues lo mismo ocurre en política,
tras el desastre generado por el Régimen del 78 (que sería la paila ya
negruzca) no se puede «cocinar» nada nuevo. La Casta se comido los tocinos, o los ha ingresado en Suiza y nos
ha dejado una Costra del color de
nuestro futuro: negra como los sobacos de Satanás.
No se puede
lavar la sartén, hay que rasparla con una espátula de jueces independientes
durante años para que vuelva a lucir limpia y pueda tener un uso algo parecido
a higiénico.
O mejor
tirarla y comprar una nueva. Que tiene mierda desde doña Carmen Polo de Franco.
Y sus nietos que nos gobiernan hoy.
Asistimos
impertérritos al espectáculo de Mariano ¡queriendo abanderar la lucha contra la
corrupción! Increíble. Justo al día siguiente de haber tenido que echar a la
ministra superguay, Ana Mato por estar sumergida hasta las trancas en la trama
mafiosa de la Gürtel.
Un Registrador de la Propiedad
que usa las órdenes internacionales de detención de Interpol para envolver
arenques, supongo… Me refiero al caso de las cursadas por la juez argentina
María Servini, contra los torturadores del franquismo (Billy el Niño y el capitán Muñecas) y las posteriores contra, entre
otros, Martín Villa y el suegro del defenestrado ministro Gallardón (Utrera
Molina).
Un tipo denunciado por las asociaciones
de jueces de su país ANTE LA ONU.
Impasibles también vemos a
nuestra Sultana Díaz corretear
pizpireta de Isla Cristina al Cabo de Gata como si el gobierno de esta
autonomía del sur, que tiene el tamaño de Portugal, durante los últimos 30 años
no hubiera sido otro entramado mafioso-clientelar.
En mi modesta opinión, NADIE que
haya ocupado UN SOLO cargo político o digital en la Administración, cobrando…
pongamos más de 2.500 euros al mes (por ser generosos), o en cualquiera de las
innumerables empresas públicas creadas como administración paralela para eludir
la lupa de los interventores puede seguir ni un solo minuto en su sillón. Y
cuando digo nadie, es NA-DIE. No me fío de ninguno de la cuadrilla.
O cambiamos de sartén o la comida
seguirá sabiendo a detrito. Y para quemados... ya estamos nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario