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erdonad que me asome por aquí solo unos instantes. No voy a
molestaros mucho. Me despedí de la palabra escrita (por mí) hace mucho tiempo. Y fue un
error. Yo escribía para no matar gente, y me ayudaba bastante en mi oculta
guerra contra el impulso de exterminaros a todos con un Kalashnikov, ciertamente.
Siendo la Justicia un concepto creado por la mente del
hombre (Voltaire, Stéphane Hessel, los Derechos Humanos…) que solo existe en
sabe Zeus qué conexiones sinápticas dedicadas a almacenar la memoria a largo
plazo, hay que concluir que no es nada que crezca en los árboles frutales ni
hay ninguna variedad de trigo llamada «Justicia». Es un invento.
Imprescindible, pero inventado. Totalmente ajeno al devenir de la Naturaleza, a
la que se la sopla.
Preguntadle
a una cebra que está siendo devorada, aún con vida, por una manada de treinta
leones. La pobre seguramente intentó llevar una vida de virtud, pero a la Naturaleza
se le da una higa, lógicamente. Lo único que instala de serie en el cerebro
animal (humanos incluidos) son instintos.
Veo que
hace pocas horas, unos cuantos gilipollas con poco más de diecisiete años han
liquidado a trece turistas en Barcelona.
Y veo que salimos
todos, compungidos, heridos de dolor, al día siguiente a manifestar nuestro
duelo (algunos, quizá los más consecuentes ni eso) durante un minuto. UN MALDITO
MINUTO. Al menos ya sé en lo que valoráis la vida de un occidental: 0,22
segundos por cadáver. Cojonudo. Es mucho más de lo que hacéis por las decenas
de miles de seres humanos sepultados para siempre en la mayor fosa común del planeta: el mar Mediterráneo.
Por
supuesto, a la cabeza de todo, el rey nuestro señor, con presidentes y caterva
de seguidores, asesores y sacristanes que cobran (así a ojo) a unos trece euros
la sonrisa (pongamos diez sonrisas diarias por lameculos, multipliquemos por un
mes y dividámoslas por cuatro mil euros de media). Acojonante.
Entonces,
durante un minuto, UN MALDITO MINUTO, estos tipos se ponen los trajes y las
corbatas de luto, se cariacontecen y esperan a ser fotografiados. No os engañéis,
no es otro el objetivo: que el objetivo los recoja.
Claro, la
foto que puebla las portadas de la prensa mundial es esa. No la del minuto
posterior; que es cuando se vuelven oscuros y sigilosos a seguir con su veraneo
de mariscadas y albariño, como no podía ser menos.
Pero no os
equivoquéis, ellos son solo un reflejo, una sombra, una caricatura, de nuestra
elección ilustrada y empeñada en poner al mando de una de las mayores potencias
europeas a unos tipos que, al menos, parezcan más tontos que nosotros, para
seguir tranquilitos con nuestras vidas, nuestros chanchullos, nuestros pequeños
y graciosos delitos cotidianos, sobre todo contra la Hacienda Pública.
Imaginad
que nos da por votar a alguien capaz, a una mente preclara, lúcida, por ejemplo
a un Einstein. Se monta el Dos de Mayo. En cuanto este lúcido gobernante conozca
los datos, los hechos, los manejos de nuestra caterva al mando (pero no solo de
ellos, la nuestra también) la primera medida de su ejecutivo sería reinstaurar
la guillotina.
Iban a
faltar vuelos para huir del país.
Porque a
ver, ¿de dónde han sacado el dinero esos cuatro gilipollas imberbes que de
haber podido hubieran volado la estatua de Colón? Exacto, seguid la pista del
dinero.
Y decidme a
dónde os conduce. Acertáis de nuevo. A una serie de fortunas, amasadas con
sangre (todas se amasan así, desde nuestro padre Adán), que pueblan la península
arábiga (pero no solo) y a las que nuestros monarcas y jefes de estado rinden
puntual pleitesía justo el día después de que, por un poner, un par de esos
augustos príncipes vestidos de seda haya organizado una orgía con niños y niñas
de doce años. O sus fuerzas policiales le hayan arrancado las uñas en vivo a
uno que se atrevió a opinar sobre algo.
Todo muy
democrático y ejemplar.
Le
comentaba a un buen amigo el otro día que, en no tardando muchos siglos, tengo
la esperanza de que al igual que la homosexualidad dejó de considerarse una
enfermedad mental por la OMS en 1990 (sí, mil novecientos noventa) las religiones,
TODAS, sean incluidas por la
OMS en la lista de trastornos mentales alucinatorios, descrito su tratamiento y detallada su cura.
Aunque
pensad por un instante, por un poner, en la «Madrugá» sevillana semanasantera.
No creo que estos ojos que han de abonar la tierra lleguen a verlo.
Supongo que
nadie leerá esto. Mejor. A mí me la bufa y a vosotros os la sopla.
Os la sopla
junto con el delicioso vaso de cerveza helada que os estáis soplando. Pero no
es que no os preocupen los temas sociales, no. Ahora mismo tenéis una enorme preocupación
por la tardanza en serviros el plato de pescaito que habéis pedido.
Disfrutad y
rezad para que el Mediterráneo siga sin secarse.
Que
entonces sí que vamos a correr.
1 comentario:
Sin palabras
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