miércoles, 21 de septiembre de 2011

A LA FUERZA











Entre pinos, los pinares
entrecruzan finos dedos.
Y abajo, los olivares.
Y nunca se conocieron.

En el monte, piña dura.
En el llano, fruto tierno.
Arriba, la extremadura
y abajo, sol verde y lleno.

En la linde de las lindes
que lindo sería un injerto
que ayuntase llano y cumbre
en un árbol fuerte y nuevo.

Pero cuando nace un hombre
de la cuna hasta el entierro
le graban con hierro un nombre
que arrastrará en su madero.

O bien olivo del llano
donde pastan los borregos
o bien pino de la sierra
de los que salen ardiendo.

Ni violeta ni amarillo
ni añil ni gris chamicero.
Nada de terceras vías:
rojo, azul, madera o fuego.

Y si nace un fruto extraño
ni piñón ni aceitunero
le podan bien la garganta
que no cabe nada nuevo.

Que si discrepa la rosa
que si el lirio ha dicho esto,
que si la dalia se niega...
pues se poda el pensamiento.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Esto se va lentamente por el sumidero.De momento no se puede podar el pensamiento,ya invemtarán algo.Mientras tanto disfrutemos.

PInk_20 dijo...

Genio!!

Anónimo dijo...

Olé ahí el romancero indignao.

Tirso.

Joe Black dijo...

Bueno, gracias. Esta poesía (u lo que sea), la pensé viajando por carreteras de montaña. Mi compañero de viaje me miraba raro cuándo iba grabando estrofas en el móvil.