Al final parece que no se ha acabado el mundo.
Yo sigo en mis trece que lo que se les acabó a los Mayas fue la piedra para
seguir escribiendo. Claro que... el día no ha terminado. A ver si dentro de
doscientos años algún arqueo-informático extraterrestre va a descubrir este
articulillo y se va a descojonar como cuando yo mismo veo un cadáver momificado
instantáneamente en la Pompeya del Vesubio, con la boca abierta como diciendo
«cagontó». Tocaremos madera.
Este año me gustaría tener frente a mi nariz
algo distinto de un almanaque de Grúas Bartolo, o de un maldito ente bancario. Porque
ahí soy un clásico, me gusta ver los días ordenaditos en la pared, que parece
como si pudieras controlarlos. Incluso me he descargado una aplicación de la
papelería de abajo, que permite escribir en el calendario de pared. Se llama
rotulador.
No miro el calendario del iPhone prácticamente
nunca. Influye bastante el que no tengo, no lo niego. Con mucha voluntad he
conseguido usar el teléfono móvil solo para hablar por teléfono. Llamadme
antiguo.
Pues eso, me hace ilusión que el 2013 venga con
su almanaque bonito. Con los números gordos y espaciados para incluir
anotaciones. Que yo soy muy de anotar. Utilizo desde hace bastantes años una
técnica psicológica anti estrés muy efectiva. Anoto el problema, la cita, el
cargo en el banco... y lo excluyo de mi existencia añadiéndolo a la existencia
del almanaque. No quiere decir esto que el banco le vaya a cargar el teléfono
al almanaque pero el asunto en sí deja de tener entidad en mi vida hasta, al
menos, la noche anterior a su paso de asunto en potencia a asunto en
existencia.
Y mientras tanto no me preocupa. Si es viernes
y hay algo fastidioso el lunes, suelo decirme: «eso es un problema de lunes». Y
normalmente estoy de acuerdo conmigo mismo. Excepción hecha, claro está, de un
puñetero e inaplazable dolor de muelas que por muy fuerte que lo anotes en:
«dentista, lunes», no cede. Ni golpeando fuertemente el mismísimo almanaque con
la testuz.
Pero estadísticamente eso son casos raros
¿Cuántos dolores de muelas podremos haber padecido a lo largo de la vida?
¿8,10...? En una vida de 80 años no son muchos. Y si me aprietas, lo peor que
le puede pasar a uno, que es morirse del todo, solo te va a pasar una vez cada
60, 70, 80 años... Ni siquiera vale la pena anotarlo en el
almanaque.
Así que voy a ver si encuentro
un calendario chulo que no lleve bomberos con los abdominales untados de crema
ni señoras de pechos ubérrimos. Algo normalito a la par que útil. Para ir
anotando durante todo un año las cosas que debería haber hecho y alegrarme de
las maravillosas excusas que puse para no hacerlas.
Con esto aprovecho para desearos a todas y a todos un maravilloso
2013.
(Menos
al tonntolnabo que nos preside que si se le atraviesa el bigote de un
langostino en el recto y le sale una fístula que tenga que entrar un proctólogo
con casco de espeleología a hacerle las curas... no seré yo quién lo impida.
Pero
vamos... que ojalá que no.)
1 comentario:
Pues....feliz año!
Yo también suelo delegar en mi almanaque pero sí, el mío es de una entidad bancaria, son perfectos para mi gigantesca letra
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