domingo, 27 de octubre de 2013

UN GRAN FUTURO


O
s espera un gran futuro.





            Porque… ¿Cuántos dictadores conocéis que hayan sido indultados de la Pena Capital? ¿Cuántos represores, torturadores (y sus cómplices) suponéis que han sobrevivido más de sesenta minutos exactos a su última hora? ¿Cuántos banqueros, duques y barones que hayan escapado al corredor de la muerte? ¿Cuántos políticos corruptos (y sus cómplices) por acción u omisión han escapado a su último juicio?

            Ni uno solo.

            Al menos yo no conozco a ninguno.

          Stalin, Hitler, Atila, Franco, Calígula, Mussolini, Pinochet,… Todos muertos. Ejecutados por el tiempo. A día de hoy, ya ni siquiera son emplasto pútrido para alimento de gusanos. Sus capas de terciopelo ya son arena. Ni siquiera existen ya las cucarachas que llevaban en sus estómagos sus temidos bastones de mando.

            Estoy muy harto de vosotros. De todos. De todas. Y hay más gente, ¿eh? Os vais a ir por la patilla unos meses antes de las próximas elecciones generales. Cuando se publique la intención de voto y seáis conscientes de que os van a poner los pavos a la sombra. A todos. Y a todas. Dos años, en tiempo geológico, es el estornudo de un asno.

            Marianos, Alfredos, Borbones, Rosas, Duranes, Botines… perdonad que no siga, son las arcadas.

            Sois más enanos que vosotros mismos. Trozos de carne en proceso de descomposición que aún camina. Sonrisas de protésica porcelana rodeadas de pellejo estirado y cuarteado. Con cada discurso que pronunciáis escapa vuestro aliento que huele a orín de cuadra.

            Voy a explicaros vuestro futuro:

            Primero os meterán en un cajón. Con vuestro mejor traje. Puede que tengan que sujetaros la mandíbula y sellaros los ojos para siempre. A veces lo hacen con pegamento (ya me contaréis a que sabe). Luego desfilarán ante vosotros unos cuántos de los paniaguados que tuvisteis. Ni siquiera todos. Y los más, maldecirán a vuestras madres, sotto voce, por haberles jodido la partida de golf. Muchos irán solo por comprobar que estáis jodidamente muertos para siempre.

            A continuación, ya casi solos con el que os va a emparedar, empujarán vuestro cajón a un agujero húmedo y oscuro. Y con la última paletada de tierra la luz abandonará vuestro cadáver para siempre.

            En unas horas, vuestro vientre se volverá verde y después vuestras vísceras se hincharán y tomarán una bonita tonalidad pardo-negruzca antes de estallar. No os preocupéis, es un proceso indoloro. Vuestro cuerpo se cubrirá de ampollas rellenas de gases fétidos, sobre todo en la vulva y el escroto. El traje de Armani con el que fuisteis emparedados ya será un puzle de cuajarones verdinegros.

            Intimaréis con los gusanos en poco tiempo, a medida que vuestras partes blandas (los ojos son especialmente deliciosos para ellos) completen su dieta. También con los pequeños insectos.

            Al final, solo vuestros huesos serán parte del paisaje infernal de vuestra fosa.

            Así que yo no me preocuparía demasiado. Podéis pasar por la picadora a un país entero, aumentar su sufrimiento con cada Decreto-Ley, provocar suicidios, devolver el hambre a un pueblo que hacía mucho que no la conocía. Incluso, para silenciar vuestras conciencias, sentar a un pobre a vuestra mesa (hoy a eso lo llamáis «los Presupuestos más sociales de la democracia»). Vale. Más pronto que tarde os servirán a vosotros en la mesa de esos pobres. Pero solo para alimentar a sus perros.

            La verdad es que lo habéis organizado bien. Antes se os podía reconocer individualmente y personalizar vuestro cadalso. Hoy, os habéis difuminado como una pandemia vírica tras las «Instituciones». No se puede ahorcar al Tribunal Constitucional de un país. Ni se puede fusilar a los Mercados Financieros ni guillotinar a la bolsa de Londres. Pero todo se andará…

El artículo 28 de la Constitución francesa de 1793 lo dejó claro: «A ninguna generación le está permitido imponer sus propias leyes a las generaciones futuras». Podréis retrasarlo, pero solo eso.

Y si pensáis que alguien os va a descongelar junto con Walt Disney… abandonad toda esperanza. Los libros de Historia ya no los publican vuestros siervos. Se conservarán en la memoria de nuestros tataranietos.

Suerte. Nos vemos a finales del 2015. Puede que antes.












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