miércoles, 17 de septiembre de 2014

MISERIA COMPARADA




N
os quieren rendidos. Heridos, yertos. De igual manera que, cuando antes del asalto final, la artillería bate siempre una posición con obuses de grueso calibre que no te dan tiempo a reaccionar, así nos quieren. Aterrorizados, sin fuerzas para levantar la mirada del suelo. Y que cada vez que la levantemos nos caiga encima una lluvia de metralla, barro y sangre. De miembros y vísceras de compatriotas a los que no podemos (y normalmente no queremos) ayudar porque movernos significaría variar la probabilidad de que nos revienten a nosotros.

            Y así nos quedamos en nuestra última trinchera: el sofá. Con la doctrina del shock en la mochila. En la seguridad del silencio ante la injusticia. Porque aún podemos tomarnos alguna cañita el fin de semana, porque nuestros hijos aún comen, porque incluso todavía podemos pagar la hipoteca o el alquiler. Aunque veamos como caen, uno tras otro, millones de compatriotas de ese ejército que movía un país, de esa clase media que hacía que la democracia fuese posible.

            Pero lo peor es que cuando acabe de machacarnos la artillería pesada, solo será la señal de que tocan a degüello para los pocos derechos y libertades que hayan quedado.

            No nos engañemos, cuando la brecha social se va convirtiendo en abismo, el sistema democrático no es posible. Las rentas del capital hace ya tiempo que superaron a las del trabajo. Y aquí, 4 de cada 5 euros que ingresa el estado en impuestos son del trabajo. Así que con 47.000.000 de habitantes, una población activa de únicamente 17.000.000 de ciudadanos (de los que ya 1,5 millones son a tiempo parcial), 8.400.000 pensionistas, 5.600.000 desempleados de los que casi la mitad ya no perciben nada… la tormenta perfecta está en marcha.

            Cualquier gobernante serio estaría aterrorizado.

Pero él no. Mariano está a lo suyo y a lo de los «suyos». Podemos llamar a  Somalia un «estado fallido» pero cuando esto reviente, veremos si lo que tendremos que preguntarnos es si lo que en realidad han sido los últimos 100 años del hombre es un «Planeta Fallido»…

Creo que las palabras de Arturo Pérez-Reverte no pueden estar más acertadas en este caso:
« […] Y mientras, su jefe en la Moncloa, fumándose un puro, incomunicado, ajeno a todo, impasible como Don Tancredo […] », « […] empiezo a creer que si Aznar era un arrogante y Zapatero un imbécil, Rajoy es un sinvergüenza […] ».

Yo me atrevería a añadir que Felipe, Guerra y sus Solchagas prepararon el camino de la putrefacción que hoy sale a flote. Porque Suárez, bueno, Suárez era él o los sables. O eso nos hicieron creer.

El Capital hace tiempo que ganó la guerra al Trabajo. La economía financiera a la economía productiva. ¿Creéis que en Alemania se vive mejor? Puede que todavía sí, pero hablad con un joven de Berlín, de Paris, de Ginebra, de Londres. No digamos de New York. Lo digo porque no es difícil, yo alguna vez lo hago; para eso están las redes sociales, ¿no?

¿De verdad creéis lo que cuentan en Españoles por el mundo, Andaluces por el mundo, Turolenses por el mundo…? ¿No os planteáis el porqué de la proliferación misionera de estos programas anunciando un nuevo mundo FUERA de nuestras fronteras? ¿Podría ser que aquí no hay sitio ya para todos? ¡Aquí! ¡En la patria de Hernán Cortés! Donde hubo un tiempo en que emigrar era el estado natural.

Aquí lo que interesa es mantenernos en una «pobreza sostenible». Mantener un ejército de trabajadores en la reserva (nada nuevo, ya lo decía Marx a mediados del XIX). Millones de trabajadores sin empleo, subsidiados, subempleados o directamente bajo los puentes. Sobreviviendo gracias a las «redes sociales» (y no me refiero a facebook, twitter) a la pensión del abuelo que acoge a las familias hambrientas de sus tres hijos. Al menos en la versión social mediterránea.

Porque casi todas las especies lo hacen, delfines, elefantes… por pura urgencia genética, que a su vez, supongo que convierte los impulsos genéticos en éticos,  involuntariamente. No me preguntéis la explicación, ¿puede que los miembros de una misma especie se reconozcan en el ejemplar de al lado? ¿Que el defenderlo vaya implícito en el código genético como una extensión del instinto de supervivencia de uno mismo?

            ¿Qué clase de fiera salvaje e inhumana hay que ser para sonreír y andar braceando con fingido vigor al lado de Ángela Merkel en el camino de Santiago mientras tu país se hunde en la miseria? ¿Eh, Mariano? ¿Qué clase de hiena eres?

            ¿Eliminamos la protección social a los más desfavorecidos? Bien. Volvamos a la selva darwiniana. Pero entonces, no nos extrañemos de que los de abajo se armen, roben y asesinen. Pero la eliminamos TODA. Eliminemos la policía y los bomberos. La Casta los tiene privados. A ver cuánto aguantan.

¿Cuánto poder adquisitivo has ido perdiendo, primero por la inflación (que es el impuesto de los pobres), ahora por la devaluación laboral, ya que no puede devaluarse la moneda… ¿qué evidencia tienes de que dentro de 10 años alguien decida que vivas mejor? Hasta ahora ha sido al revés, ¿no? Excepto un pequeñísimo paréntesis histórico que le pilló a tus padres… no a ti. Y desde luego no se va a repetir para tus hijos.

Como explica estupendamente Beatriz Gimeno (ver artículo[1]): « […] Cuando la sanidad sea un derecho sólo de los que tienen trabajo legal, como en EEUU, ésta se convertirá en una potentísima arma de negociación (por llamarlo de alguna manera) en manos de los empresarios. Con tal de tener un seguro médico más o menos decente para su familia la gente estará dispuesta a trabajar aun más barato. […]».

            ¿Aún… más… barato? ¿A que parece increíble? Pues sí. Siempre se puede.

La reflexión que me hago es: ¿quién sufre más? ¿Un ciego de nacimiento, que jamás ha conocido el color, o alguien que pierde la visión tras un accidente a los 35 años?

¿Un pobre que nace, crece y muere entre la pobreza en Somalia o un titulado universitario arruinado vagando por las calles de Londres? En realidad, gracias al satélite, sufren los dos. 

Aunque la miseria sobrevenida, para alguien que vivió en la clase media, disfrutó de una mínima dignidad, a la larga, lleva al suicidio o a la rebelión. Pero aquí hemos olvidado la Historia…

¡Pues que viva el vino!




* Por cierto. D.E.P. Emilio Botín e Isidoro Álvarez (Santander y Corte Inglés). Tanta paz lleven como descanso dejan. La Naturaleza, al final, siempre viene en remediar la ceguera del hombre.





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