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uando escribo esto, parece que es la víspera del famoso
«Black Friday». Otra esplendorosa costumbre con su barbarismo que nos colocan
los anglos y los sajones, referida al día en que se inaugura la temporada de
compras navideñas. ¡En noviembre! (bueno… ya podéis encontrar lotería de
Navidad en agosto en vuestro chiringuito playero, tampoco es nada del otro
mundo).
Esto del Blac Fraidai, en los EEUU se corresponde con la jornada siguiente
del Día de Acción de Gracias. Aquí este año cae en el día 27 de noviembre, san
Facundo Mártir. Lo cual que estamos en época de chamuscar las tarjetas
bancarias.
Claro que
para ello se tienen que dar tres circunstancias:
-Tener
cuenta en un banco.
-Disponer
de una tarjeta asociada a ella.
-Gozar
de saldo disponible.
Que desde
el crack de 2007 no son ya condiciones detentadas por el común de los mortales
de occidente. Hasta entonces sí, cualquier ganapán tenía un tarjetero más largo
que el santoral. Yo mismo, llegué a tener cuatro tarjetas de crédito
(incluyendo dos Visas Oro que te rilas). Hoy solo conservo una y de débito. Y
no la llevo por la calle, le tengo puesto un altarcillo en casa y a veces le
rezo.
El hombre,
por su natural inventivo y su manía de continuar con vida, no para de darle
vueltas a la cabeza cuando aprietan los fríos financieros. Así que descartado
el dinero de plástico se pasa uno a la única opción crediticia para casos de
urgencia: la autorización de descubierto
en cuenta.
Es un
sistema verbal, fácil, rápido y caro (como todo lo bancario). Pero tiene una
premisa sine qua non: tienes que
conocer al director de tu sucursal. Y sobre todo, el director de tu sucursal te
tiene que conocer a ti (eso es sencillo, con solo apretar un botón el sistema
informático le canta hasta lo que hiciste el último verano).
El único
inconveniente es que hay que estar dotado de un cierto espíritu comercial, o
sea saber venderse a uno mismo. No se puede llamar a Manolo, nuestro director,
un lunes, a las 08:30 de la mañana, que estará recién abierta la sucursal, y el
hombre tendrá cara de jabalí acorralado, la mesa llena de problemas aplazados desde
el viernes (Manolo es muy español) y acechando al primero que se le acerque
para joderlo bien. No.
La primera
premisa es empatizar con Manolo. Verlo como si fuera nuestro jefe. ¿Qué día
irías a pedirle a tu jefe un aumento,… un par de días libres? Un viernes al
mediodía, por supuesto. Cuando ya Manolo está enterrando en las carpetas del
lunes todas las mierdas irresolubles, y desde la ventana le llegan los efluvios
de las jibias plancha del bar de enfrente que le chorrea la salivilla por el
fondillo del pantalón.
Ahí apareces tú.
Bien, pues
la llamada tiene que producirse ese viernes entre las 13:00 y las 13:45 (nunca
antes). Y hay que haber dedicado la tarde del jueves a preparar un guión,
incluso, si hemos practicado ante el espejo algo de lo que en la técnica
comercial se conoce como Role Playing
(o sea una simulación de la situación), miel sobre hojuelas.
Os puedo
extractar algo del manual sobre Las
mejores excusas para autorizaciones de descubierto:
1.- Estoy
esperando una transferencia que no llega.
Esta es muy
común. Manolo está harto de oírla, pero siempre le queda la duda de si tú serás
el ÚNICO cliente que no le miente. Aunque es una excusa-condón. De un solo uso.
A Manolo no lo engañas dos veces.
2.- ¿Que no
me han ingresado la nómina todavía?
Bueno,
esta… si a Manolo le ingresaran un euro por cada vez que la oye… Es muy de usar
cuando te acaban de despedir y todavía no te han ingresado la primera
mensualidad de la prestación por desempleo (Manolo lo comprobará, ya te lo digo
yo). Si tenéis mucha mucha confianza con Manolo y está ese día sembrao, puede que os regale la
preguntita de qué día te la ingresan:
—El cinco.
—Por el
culo te la hinco.
Pero ya ha
pocos directores así.
3.- Oye,
que tengo que sacar el coche del taller que se le partió la junta de trócola y engranó el buje de la magneto. Me
cobran un pastizal.
No os
inventéis cosas. Porque puede ser que Manolo tenga como hobby la mecánica y lo cabreéis. Y esta excusa es buena porque se
puede utilizar cuatrimestralmente, además de hacerle creer a Manolo que os
puede colocar un préstamo al consumo para un coche nuevo. No la queméis.
4.- Mira que se me ha muerto una
tía abuela y he heredado una casa pero tenemos que ir mañana a pagar el
impuesto de sucesiones, porque el otro heredero vive en Ejea de los Caballeros
y se va.
Esta es buena. No matéis tampoco
a más de dos tías abuelas, que Manolo es buena gente pero
un día se os cabrea y
os pide la esquela por fax.
5.- Escucha, que el lunes mismo
te lo ingreso, este fin de semana he quedado con mi cuñado para ver el fútbol y
me va a devolver los 1.000 euros que me debe.
Ni se os ocurra. Que Manolo
puede ser un cachondo y a lo mejor os hace que lo invitéis al partido para
veros la cara de pánfilo cuando el cuñado no os pague.
Podríamos seguir un buen rato,
en mis tiempos de bancario he visto cosas que no creeríais. Pero dejadme que os
de un último consejo:
Os van a soplar unos 40 euros de
comisión de descubierto sin epidural, más los intereses de descubierto, más las comisiones
que el director tenga a bien aplicarte salidas de sus partes nobles. Manolo no
os está haciendo ningún favor, hace negocio, y muy bueno. Y encima tiene que
parecer que le debéis la vida para que Manolo se sienta tranquilo.
Así que no pidáis un descubierto
de 100 euros porque solo podréis sacar unos 50, con suerte… Think Big.
2 comentarios:
Pues yo le dije en una ocasión a mi director de cabecera que me había gastado mis ahorrillos con mis bomberos de zona, pero que el lunes me lo devolvían a modo de tributo a la danza del fuego que les hice.
Y me creyó oye.
Claro que no se llamaba Manolo.
Muy bueno Pepe , lo mejor es no deberle nada a la mafia si no estarás jodido jajaja un abrazo amigo.
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