No te
reconozco. Abierto en canal encima de la mesa. Frío como una losa de mármol
cuando siempre fuiste calor, movimiento, giro, vida.
¿Qué
te ha llevado aquí, mi buen amigo? A este estado del que no puedo rescatarte. Porque
la muerte en un accidente de tráfico siempre es cruel por aleatoria. Pero esta
muerte... una muerte que de tan simple es horrorosa. Dejar de estar vivo.
Creo
que fue hace cinco años cuando nos
vimos por primera vez. Tan joven, tan atractivo, tan a la última. Y empezamos a
compartir secretos que con nadie compartí. Ni compartiré. Te los llevarás a la
tumba; tú los secretos y yo el recuerdo de ellos. Por suerte no todos. Aún nos
queda otro amigo común que se unió a la partida. El Flaco, le decíamos. Aunque
él no tiene tu fuerza, tu capacidad. Pero es lo que me queda de ti.
Requiescat in pace. Donde
quiera que termines no permitiré que nadie hurgue en tus entrañas. Te arrancaré
el alma para quemarla y hacer humo la memoria. Al fin y al cabo, más pronto que
tarde yo mismo seré humo.
Y
gracias a que siguiendo la conseja de un buen amigo, me compré un pendrive. El
Flaco, le decíamos. 4 Gigas. Porque cuando se te muere un disco duro externo de
250 Gigas se te lleva media vida.
2 comentarios:
Ya te vale....entre la foto que has usado que ha sido durante mucho tiempo la de perfil de un bloguero muy conocido y desaparecido desde hace un tiempo, y el final, no sé si darte la enhorabuena por el relato o retarte a que me lo leas en la calle...jajajajajjaa
Pues oye, no sabía lo del Blogger... el universo conspira para cumplir tus deseos.
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