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a la tenemos otra vez liada. Cada vez que Mariano le
presta el Monopoly (o sea el BOE) a sus amiguitos ministros para que jueguen, la lían parda. Ahora
lo tiene el de Interior, y claro, ha montado la Ley de Seguridad Privada. Qué cruz.
Se
pone, se pone, se pone… y luego… si sale con barba san Antón y si no la
Purísima. Pero siempre por nuestro bien. Eso sí. Y para su beneficio, claro.
Resulta
que ahora ya nos van a poder detener por lo civil. Pedirnos el DNI,
interrogarnos, engrilletarnos y lo que
se le ocurra al segurata de turno. Los vigilantes ya podrán apatrullar la ciudad. Y oye, teniendo en
cuenta que la mayoría son militares o polis frustrados (aunque sea de municipal
multero), que conozco a unos cuantos, pues mira, les va a gustar. Porque vamos,
nadie nace con vocación de guarda jurao´. De ser un boina verde o entrar en Los hombres de Harrelson, sí, pero de
guarda de la porra no.
Pues ya, con la nueva
ley, te podrán detener por el seguro o por la privada. ¿Qué eres un Macarra de ceñido pantalón / pandillero
tatuado y suburbial / hijo de la derrota y el alcohol / sobrino del dolor…?
Te mandan una pareja de armarios empotraos´ que oye, por 800 euretes al mes que
cobran (brutos, el que llega), estoy seguro de que van a ser escrupulosísimos
en respetar tus derechos, en custodiar las posibles pruebas del delito, y sobre
todo en jugarse el pescuezo para todo ello. Fijo. Sobre todo si han tenido que
doblar turno y aguantar a un jefe cabrón. Vas a ser el tío más respetado cuando
te hinquen la rodilla en la espalda contra el suelo.
No es que diga yo que
los actuales componentes de las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado sean
la crème de la crème de Oxford o
Harvard, pero han tenido que pasar una dura fase de oposición como cualquier
funcionario y dos o tres años de formación, más el período de prácticas en
destino. Un segurata, paga 900 € a una academia privada, hace un curso de poco
más de un mes y listo: licencia para aporrear.
Ya me parece ver a las
señoronas del barrio Salamanca con sus abrigos de marta cibelina…
—Ay, Cayetana, pues yo, desde que están patrullando estos chicos me
siento como más segura. Como mi
Leandro es presidente de BORJASECURITY,
le tiene dicho al gerente que aquí al barrio mande a los chicos más guapos y
más amables. Una vez le dije a uno que si no me podría detener al pobre ese tan
feo que se pone a pedir cerca de mi portal, que quieras que no, afea bastante,
y enseguida le dieron una paliza y se fue. Más majos…
¿Y
qué prisa tenía Mariano y su ministro del Opus
Dei en sacar adelante esta ley? Pues oye, que están viendo que se les acaba
el Marianato (que les quedan dos
años) y tienen que preparar los botes salvavidas de lujo como hizo el otro tras
el Zapaterato. Cómo verán venir la
cosa de negra.
Uno
ya, de tanto fijarse, cree haber encontrado la única diferencia posible entre los
políticos de izquierda y los de derecha. La izquierda roba de noche y a
escondidas hasta que los pillan. La derecha a pleno sol y sin vergüenza ninguna.
Siempre,
no lo olvidemos, seguid la pista del dinero (como en la novela negra). Y ¿a quién
nos encontramos? Coño, a Mayor Oreja y su familia nada menos, con intereses en
una de las empresas de seguridad más gordas (si seguimos tirando del hilo
aparece hasta Martín Villa, también ex-ministro de Interior), incluso al mejor
embajador de España que tenemos en Londres (el conquistador de la isla de
Perejil), Federico Trillo.
Así que, ¿para qué van
a esconderse? Hace poco, el mismo secretario de estado de Seguridad lo dijo
clarito, que esta ley «pretende ayudar a la consolidación de un sector en pleno
auge». Normal. Si hasta el ministro lo ha reconocido. A la industria que le
vayan dando, que los alemanes se cabrean si no la llegamos a tener desmontada
casi por completo, pero los servicios sí: camareros, seguratas, diplomados en
mocho y escobón… Si vuestros hijos tienen algún padre o alguna madre en la «casta»
no habrá problema, pero si no, yo iría matriculándolos ya en clases de chino o alemán
(además de inglés fluidito, claro) para cuando terminen la universidad.
Sinceramente, hace
muchos años trabajé codo con codo con compañeros seguratas, y hay buenos
profesionales, claro. Pero mejor no os cuento lo que vi, lo que oí y lo que
callé. Que todos los nacidos por aquí llevamos un «Dioni» dentro.
Aunque
os digo una cosa. De perdidos al rio. Si ponen a patrullar a mi amor de
juventud (Erika Eleniak)… pues mira.
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