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l miércoles, dieciocho de junio del año de nuestro señor de
dos mil y catorce, festividad de san Ciriaco, abdica su católica majestad don Juan
Carlos I de Borbón y Borbón-Dos Sicilias, rey de España, Castilla, León,
Aragón, de Jerusalén, Navarra, Granada, Cerdeña, de las Indias Orientales y
Occidentales y de las Islas y Tierra Firme del Mar Océano, y de más sitios que
no me caben; en la persona de su alteza real el príncipe de Asturias, hijo segundogénito
de su real unión con Sofía de Grecia y princesa de Dinamarca. Heredero
universal de los derechos de sucesión de la corona de España, que pasará a llamarse
Felipe VI.
Con dos cojones.
Que parece que los Porsche y los
Ferrari también los hereda.
La liturgia de tal hecho, se sucederá
en tres ceremonias:
La primera, será la firma de la
sanción y promulgación por parte del rey (Juancar, el de ahora, vamos) de la
ley de abdicación, a las 18:00 horas del miércoles en el Salón de Columnas del
Palacio Real. Es curioso que se trate del mismo lugar en el que se situó nada
más y nada menos que la capilla ardiente del Generalísimo y Fallecidísimo
Francisco Franco. No sé si hay algún significado oculto.
En esta ceremonia, estará la
Familia Real al completo menos los «exiliados» en Suiza (Cristina e Iñaki manoslargas), claro… Que no hacen
bonito. Se leerá la ley de abdicación con un único artículo (no le pidáis más a
Mariano tampoco): «Su Majestad el Rey Juan Carlos I de Borbón abdica la
Corona de España. La abdicación será efectiva en el momento de entrada en vigor
de la presente ley orgánica»".
Asistirán insignes invitados, como el
Nuncio de la Santa Sede, monseñor Renzo Fratini, en representación de todo el
cuerpo diplomático (así que aquí no va a faltar ni Dios), los expresidentes del
gobierno (solo los vivos), la cúpula civil y militar, y como no, en una
ceremonia tan medieval y bonita, una representación de la Diputación Permanente
del Consejo de la Grandeza, compuesta por el hijo de la duquesa de Alba, don
Alfonso Martínez de Irujo y Fitz-James Stuart, duque de Híjar, además de don
Carlos Espinosa de los Monteros y Bernaldo de Quirós, duque de Valtierra.
Que no sé yo si cabrá tanto apellido en el
salón…
La segunda ceremonia, consistirá en la
imposición del fajín de capitán general de los Ejércitos a don Felipe, en el
Palacio de la Zarzuela (o sea en casa ya, más cómodos). A partir de entonces,
don Felipe puede poner firme lo mismo al cabo Manzaneque que al Jefe del Estado Mayor. Al loro.
Y por último, al día siguiente ya, en el
Congreso de los Diputados, una vez entrada en vigor la ley de abdicación a las
00:00 horas del jueves 19 de junio, que hará que don Felipe se convierta en
Felipe VI de Borbón (no creo que ponga las zapatillas en la chimenea ni nada)
se celebrará la última y solemne ceremonia de proclamación.
Y ya tendremos rey, y reina. Y princesa de
Asturias que será Leonor, que supongo que mamá le habrá hecho un justificante
para faltar al cole, claro.
Pero es que además, Juan Carlos y Sofía,
seguirán teniendo el tratamiento de rey y reina. Una cosa curiosa. Pero claro,
después de tantos años, oye, se acostumbra uno y sonaría raro… Así que
apostaría mi bolsa a que va a ser la etapa de la historia de la península
ibérica en que más reyes juntos hemos tenido sin que se maten a mandobles unos
con otros.
La verdad sea dicha, ha sido el período más
largo de paz de nuestra historia. Igualito que con Franco, vamos. Que podréis
pensar que esto de la abdicación exprés, un miércoles en verano para que no
caiga en fin de semana y se monten manis republicanas
y tal, pues oye, no es lo suyo. A mí también me da esa impresión, como de «coge
el dinero y corre», pero bueno, este hombre está ya mayor para más Corinnas, no se habla con la reina nada
más que a través de sus secretarías, pues mira, todo lo que sea quitarnos un
rey… eso que llevamos ganao ¿no?
Sofía ahora ya podrá vivir
tranquilamente en Londres de compras sin tener que venir a reinar cuando hay
algún acto. Y Juancar, según permitan sus caderas reales, podrá dedicarse a cazar,
pescar y folgar tan ricamente. Como siempre, vamos.
Que por si acaso (que con los
Borbones nunca se sabe), al rey saliente lo van a aforar. Total, uno más...
tenemos ya unos DIEZ MIL. Que se dice pronto. En Alemania o en el Reino Unido
no hay ninguno, por ejemplo. En Portugal e Italia, hay uno. No se va a notar,
vamos.
Ahora que una cosa os digo, si
alguien puede cabrearse con lo de la «herencia recibida», es Felipe. Los cielos
le amparen y le guíen. Que pintan bastos.
De su padre, decían los
fascistorros de aquellos tiempos, que iba a ser Juan Carlos I «el Breve».
Felipe todavía no tiene mote. Y si queréis que os diga una cosa, a estas horas
que escribo no estoy yo muy seguro de que no haya huido en plan Amadeo de
Saboya.
Hay un bonito párrafo de Byron,
que nos retrata bastante bien a los españoles:
Qué destino tan raro.
Combaten por la independencia ellos que nunca fueron libres. Un pueblo privado
de su rey defiende una monarquía sin vigor: y, cuando los señores huyen, mueren
los vasallos fieles a los cobardes y a los traidores, idolatrando una patria a
la que no le deben la existencia; el orgullo les indica el camino que conduce a
la libertad.
Así que solo me
hago, con vosotros/as una última pregunta…
¿Tenía razón Su Excelencia cuando
decía que todo estaba «atado y bien atado» o no la tenía?
Hay una expresión muy malagueña
que lo resume:
«No, ni ná…»
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