martes, 17 de junio de 2014

PAREJA DE REYES AL AS





E
l miércoles, dieciocho de junio del año de nuestro señor de dos mil y catorce, festividad de san Ciriaco, abdica su católica majestad don Juan Carlos I de Borbón y Borbón-Dos Sicilias, rey de España, Castilla, León, Aragón, de Jerusalén, Navarra, Granada, Cerdeña, de las Indias Orientales y Occidentales y de las Islas y Tierra Firme del Mar Océano, y de más sitios que no me caben; en la persona de su alteza real el príncipe de Asturias, hijo segundogénito de su real unión con Sofía de Grecia y princesa de Dinamarca. Heredero universal de los derechos de sucesión de la corona de España, que pasará a llamarse Felipe VI.

Con dos cojones.

Que parece que los Porsche y los Ferrari también los hereda.

La liturgia de tal hecho, se sucederá en tres ceremonias:

La primera, será la firma de la sanción y promulgación por parte del rey (Juancar, el de ahora, vamos) de la ley de abdicación, a las 18:00 horas del miércoles en el Salón de Columnas del Palacio Real. Es curioso que se trate del mismo lugar en el que se situó nada más y nada menos que la capilla ardiente del Generalísimo y Fallecidísimo Francisco Franco. No sé si hay algún significado oculto.

En esta ceremonia, estará la Familia Real al completo menos los «exiliados» en Suiza (Cristina e Iñaki manoslargas), claro… Que no hacen bonito. Se leerá la ley de abdicación con un único artículo (no le pidáis más a Mariano tampoco): «Su Majestad el Rey Juan Carlos I de Borbón abdica la Corona de España. La abdicación será efectiva en el momento de entrada en vigor de la presente ley orgánica»".

Asistirán insignes invitados, como el Nuncio de la Santa Sede, monseñor Renzo Fratini, en representación de todo el cuerpo diplomático (así que aquí no va a faltar ni Dios), los expresidentes del gobierno (solo los vivos), la cúpula civil y militar, y como no, en una ceremonia tan medieval y bonita, una representación de la Diputación Permanente del Consejo de la Grandeza, compuesta por el hijo de la duquesa de Alba, don Alfonso Martínez de Irujo y Fitz-James Stuart, duque de Híjar, además de don Carlos Espinosa de los Monteros y Bernaldo de Quirós, duque de Valtierra.

Que no sé yo si cabrá tanto apellido en el salón…

La segunda ceremonia, consistirá en la imposición del fajín de capitán general de los Ejércitos a don Felipe, en el Palacio de la Zarzuela (o sea en casa ya, más cómodos). A partir de entonces, don Felipe puede poner firme lo mismo al cabo Manzaneque que al  Jefe del Estado Mayor. Al loro.

Y por último, al día siguiente ya, en el Congreso de los Diputados, una vez entrada en vigor la ley de abdicación a las 00:00 horas del jueves 19 de junio, que hará que don Felipe se convierta en Felipe VI de Borbón (no creo que ponga las zapatillas en la chimenea ni nada) se celebrará la última y solemne ceremonia de proclamación.

Y ya tendremos rey, y reina. Y princesa de Asturias que será Leonor, que supongo que mamá le habrá hecho un justificante para faltar al cole, claro.

Pero es que además, Juan Carlos y Sofía, seguirán teniendo el tratamiento de rey y reina. Una cosa curiosa. Pero claro, después de tantos años, oye, se acostumbra uno y sonaría raro… Así que apostaría mi bolsa a que va a ser la etapa de la historia de la península ibérica en que más reyes juntos hemos tenido sin que se maten a mandobles unos con otros.

La verdad sea dicha, ha sido el período más largo de paz de nuestra historia. Igualito que con Franco, vamos. Que podréis pensar que esto de la abdicación exprés, un miércoles en verano para que no caiga en fin de semana y se monten manis republicanas y tal, pues oye, no es lo suyo. A mí también me da esa impresión, como de «coge el dinero y corre», pero bueno, este hombre está ya mayor para más Corinnas, no se habla con la reina nada más que a través de sus secretarías, pues mira, todo lo que sea quitarnos un rey… eso que llevamos ganao ¿no?

Sofía ahora ya podrá vivir tranquilamente en Londres de compras sin tener que venir a reinar cuando hay algún acto. Y Juancar, según permitan sus caderas reales, podrá dedicarse a cazar, pescar y folgar tan ricamente. Como siempre, vamos.   

Que por si acaso (que con los Borbones nunca se sabe), al rey saliente lo van a aforar. Total, uno más... tenemos ya unos DIEZ MIL. Que se dice pronto. En Alemania o en el Reino Unido no hay ninguno, por ejemplo. En Portugal e Italia, hay uno. No se va a notar, vamos. 

Ahora que una cosa os digo, si alguien puede cabrearse con lo de la «herencia recibida», es Felipe. Los cielos le amparen y le guíen. Que pintan bastos.

De su padre, decían los fascistorros de aquellos tiempos, que iba a ser Juan Carlos I «el Breve». Felipe todavía no tiene mote. Y si queréis que os diga una cosa, a estas horas que escribo no estoy yo muy seguro de que no haya huido en plan Amadeo de Saboya.

Hay un bonito párrafo de Byron, que nos retrata bastante bien a los españoles:

Qué destino tan raro. Combaten por la independencia ellos que nunca fueron libres. Un pueblo privado de su rey defiende una monarquía sin vigor: y, cuando los señores huyen, mueren los vasallos fieles a los cobardes y a los traidores, idolatrando una patria a la que no le deben la existencia; el orgullo les indica el camino que conduce a la libertad.

Así que solo me hago, con vosotros/as una última pregunta…

¿Tenía razón Su Excelencia cuando decía que todo estaba «atado y bien atado» o no la tenía?

Hay una expresión muy malagueña que lo resume:

 «No, ni ná…»








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