Hay una operación que siempre me ha intrigado: El montaje de un carrito de niño. Cuando veo a esas señoras pelearse con un artilugio digno del diseñador del cubo de Rubik cabreado, es de las pocas veces en las que me alegro de no haber sido padre. Aunque son muchas más las que me arrepiento.
Si alguna estáis en edad fertilizante y os apetece tener un bebé (tampoco tiene que ser este fin de semana) pues os ponéis en contacto. Creo que por fin sé como ser un buen padre. Lo que no sé es si tengo ya energías. Para ser padre, digo, para el proceso de fabricación soy un hacha.
Pues me intriga la carga emocional que implica el montaje de dicho engendro que suele ir en el maletero. Si hablamos de maletero hablamos de coche. Si hablamos de coche hablamos de mamá cabreadísima por el tráfico.
El valor más apreciado en las encuestas es la vida. Sin vida no tenemos nada. Menos Emilio Botín, que pronto abrirá la primera sucursal en el Purgatorio. Sin vida no hay sensaciones, ni emociones, ni morcilla de Burgos ni Mahou. Entonces yo me pregunto con vosotros: ¿Pondríais en manos de un ingeniero aeronáutico cabreadísimo el montaje de la aeronave en la que vais a montaros para volar a Pamplona? Por eso siempre me ha gustado el tren.
Oye, no digo yo que los progenitores de tan mofletuda criatura no pongan todo su amor, esmero y pericia en el montaje del carrito. No lo digo pero lo veo. En la observación, que ya se sabe que me apasiona, de papases y mamases…hay fases.
La primera fase, puer natus, cuando es alumbrado (en la mayoría de los casos por la madre) el esperado cigoto, se caracteriza por una ternura y cuidados inmensos. Los hacen con mofletes por eso. En esta fase son los dos progenitores los que se bajan del coche entusiasmados y mientras uno es capaz de detener el tráfico de la M-40 para seguridad del rorro el otro le cuenta un cuento en la silla adaptada del coche mientras monta el carrito. Los dos con una amplia sonrisa. Impermeables a las alusiones de los otros conductores.
Pero luego viene la segunda fase. La de interiorización. No creo que dure más de un par de semanas. Las suficientes para que los repetidos llantos nocturnos en solicitud de un pecho materno o un biberón paterno desquicien una mente ordenada. Entonces se hace la luz. La «cosita» tan graciosa que ha venido a casa no es un lindo gatito. Es un pequeño aparato que no va a funcionar correctamente, al menos en 25 años. Y ya la postura en cuanto al montaje del carrito es distinta. El padre ya no sonríe. Aparca y sale del coche disimuladamente cabreado y saca el carrito del maletero para montarlo mientras la madre, in renuntiatione vitae, saca al pequeño del coche mientras esquiva el tráfico con el culo.
En la tercera fase, solitudine matris amantisimae, el padre ya no está. Se ve a la madre en solitario aparcar cabreada, mientras parece que habla sola. Está intentando callar al nene. Sale del vehículo desgreñada, y saca el jodido carrito en piezas. Antes ya ha habido varios enfrentamientos con el padre en cuánto a la cadena de montaje: «que si esto va primero», «cariño, pareces gilipollas…» y otras lindezas que hacen que la madre prefiera enfrentarse sola a la tarea. Cuando consigue montarlo, da tal portazo con el portón trasero que crujen los goznes. A estas alturas, le importa una mierda el tráfico. Abre la puerta, saca al niño y lo monta en el carrito atándolo como un fardo.
Por eso crecen tan rápido. Para escapar.
9 comentarios:
jajaajajajaj gracias por hacerme reir, de verdad......años más tarde los que queremos escapar somos los padres.....
Para qué subir tanto al bebé en el coche?
Tenemos unas aceras muy amplias para pasear y hacer ejercicio a la vez.En los tiempos de Maricastaña cuando yo paseaba a mi cria,el cochecito era de tela impermeable y salia hasta lloviendo.Animate Joe,nunca es tarde,todavia no se te ha pasao el arroz.
Jajaja, cuanto necesitaba leer tu blog! Eres el mejor, fabricante de sonrisas! Sabes, creo que durante algún tiempo al menos, me olvidaré de mi instinto maternal. Gracias, mil gracias. Besicos.
Joe salve iterum. Video introductorius etiamnunc version latine. Videamus si manentes "cruris" Carmen.
El arroz no se me ha pasao, Loli, de todas formas, siempre me gustó la parte de la paella que los valencianos llaman «socarret».
Eva, tú serías una madre estupenda. A veces me planteo que me adoptes. Así que fíjate.
Salve Francisco, supongo que te refieres a que sigamos piropeando a las cruris de Carmen. Porque mi latín es a nivel de usuario.
Hola Joe, me quedo por aquí me has atrapado con tus relatos carriculares...
Yo tengo dos niños y tres carritos así que puedo afirmar con conocimiento de causa que a veces discutimos por y maltratamos a esos enjendros mecánicos. Me he reído mucho con tu descripción.
Un saludo.
Pues bienvenido, JL. Veo que eres un padre previsor. Dos niños y ¡tres coches! cual Flavio Briatore de tu escudería doméstica. Un abrazo.
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