jueves, 28 de febrero de 2013

DOBLAN LAS CAMPANAS


Crédito imagen: El Mundo

           

A
yer murió Stéphane Hessel. A los 95 años. Y me niego a no decir nada desde mi humilde rincón sobre él. Me niego. Hoy que copan portadas golfos, lumis, ganapanes,  tesoreros y rufianes, él, solo es una corta reseña periodística. Un hombre que luchó en la Resistencia francesa contra los nazis, escapó del campo de concentración de Buchenwald y fue uno de los redactores de la Declaración Universal de los Derechos Humanos tras la —por ahora— última gran guerra, merece al menos un recuerdo de los que nos beneficiamos de los valores acordados por su generación tras vencer al totalitarismo.


            ¿O alguien piensa que uno solo de esos derechos se consiguió viendo la televisión en el sofá? Damos por hecho que la libertad de expresión, la abolición de la tortura, la educación de nuestros hijos, la dignidad de nuestros mayores, estuvieron ahí siempre. Como el oxígeno para respirar. Y no fue así.


            Así que hable él:


         ¡Indignaos! Stéphane Hessel (2011)


« […] A partir de 1945, después de un drama atroz, las fuerzas presentes en el Consejo de la Resistencia emprendieron una ambiciosa resurrección. Recordémoslo, fue entonces cuando se creó la Seguridad Social tal y como quería la Resistencia, como su programa estipulaba: “Un plan completo de Seguridad Social cuyo objetivo sea garantizar a todos los ciudadanos los medios de subsistencia, en todos aquellos casos en los que no puedan procurárselos a través del trabajo”; “una jubilación que permita los ancianos trabajadores finalizar sus días con dignidad”. Las fuentes de energía, la electricidad y el gas, las minas de carbón y los grandes bancos se nacionalizaron. Era esto lo que el programa preconizaba: “El retorno a la nación de los grandes medios de producción monopolizados, fruto del trabajo común, de las fuentes de energía, de la riqueza del subsuelo, de las compañías de seguros y de los grandes bancos”; “la instauración de una verdadera democracia económica y social, que implique la evicción  de las grandes feudalidades económicas y financieras de la dirección de la economía”. El interés General debía primar sobre el interés particular y el reparto justo de las riquezas creadas por el mundo del trabajo, sobre el poder del dinero. La Resistencia propuso “una organización racional de la economía que garantice la subordinación de los intereses particulares al interés general, libre de la dictadura profesional instaurada a imagen de los Estados fascistas”, y el gobierno provisional de la república recogió el testigo.


            Una verdadera democracia necesita una prensa independiente; la Resistencia lo sabía y lo exigió: defendió “la libertad de prensa, su honor y su independencia con respecto al Estado, los poderes económicos o las influencias extranjeras”. Esto es lo que, desde 1944, todavía recogen las ordenanzas de prensa. Sin embargo, es esto precisamente lo que a día de hoy está en peligro. […] »


            « […] Se atreven a decirnos que el Estado ya no puede garantizar los costes de esta medidas ciudadanas. Pero ¿cómo puede ser que actualmente no haya suficiente dinero para mantener y prolongar estas conquistas cuando la producción de riqueza ha aumentado considerablemente desde la Liberación, un periodo en el que Europa estaba en la ruina? Pues porque el poder del dinero, tan combatido por la Resistencia, nunca había sido tan grande, insolente, egoísta con todos, desde su propios siervos hasta las más altas esferas del Estado. […] »


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Hoy,  a las ocho de la tarde —confirmado por fuentes vaticanas—, ha prescrito la infalibilidad que otorga el Espíritu Santo al papa por haberse retirado. Tras no poder con las intrigas en la corte vaticana. Estamos en Sede Vacante. 


Pero la verdadera Sede Vacante es la que deja la generación de Stéphane Hessel. ¿Dieron su sangre para nada? El s. XIX —con la revolución francesa— fue el planteamiento, el s. XX —el de los líos— el nudo, puede que el s. XXI sea el desenlace. En nuestras manos queda que la historia de nuestra especie sea comedia o tragedia.


Nadie nos lo perdonará nunca.




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