domingo, 29 de diciembre de 2013

PROPÓSITOS DE ENMIENDA



E
ste año que entra también voy a dejar de fumar. No por salud. Por dar por saco. Si fuera por salud lo habría dejado hace muchísimos años. Y como no funciona, pues oye, recurro a la motivación española por antonomasia para triunfar en cualquier empresa: por joder. Creo que puede funcionar.

            Porque con lo de la salud no hay manera, oye. Mira que es una cosa mala y sinceramente asquerosa lo de fumar. Pues nada. Se conoce que como en mi familia los varones solemos morir fulminados pues como que no. En la estadística familiar sería rarísimo que yo muriera de una enfermedad larga y aburrida. Y claro, ante la perspectiva de mudarme a Villa Ciprés en un momento rápido, incoloro e inodoro (espero…) pues se hace cuesta arriba abandonar según qué cosas. Que uno, en cuestiones de óbito propio es más bien cofrade legionario: «Soy un hombre a quién la suerte / hirió con zarpa de fiera / soy un novio de la muerte / que va a unirse en lazo fuerte / con tan leal compañera». O de los de: «Que el futuro es muy oscuro / que el futuro es muy oscuro, aayyyyy / trabajando en el carbón». Nihilista coplero que es uno, vamos. 

            Así que me he pintado un almanaque con todos los impuestos que le voy a sisar a Montoro del tabaco en plan lucro cesante. Una pasta. Legal y sano.

            También agradecería que si no lo consigo (que espero que sí, aunque sea de derrota en derrota hasta el triunfo final) no os paséis todo el 2014 con la sonrisilla recordándomelo. Que jode. Casi tanto como que te diga una tía lo de «…podemos ser amigos». Que viene a ser algo así como «eres un tío estupendo, pero mi culo tiene dueño», o similar. Mejor un tiro en el estómago. Gracias.

            Eso por un lado. Luego tengo algunos proyectos. Todos tenemos proyectos para el nuevo año ¿no? Un par de esperanzas, tres o cuatro ilusiones y alguna promesa reciclada. Lo normal. No los voy a contar que se gafan. 

            De lo que ya uno está saturado es de conjurar el año nuevo con algún ritual de esos que atraen la buena suerte. Que si llevar unos slips rojos, que si empezar a la pata coja con la pierna derecha, que si la albahaca, la canela… que va a llegar un momento que te pillen las doce campanadas haciendo el pino-puente con unas bragas rojas en la boca y  masticando canela en rama. Pues oye, no. Esta Nochevieja me voy a hacer un conjuro en verso, sencillito, que sea reciclable por si me va bien el año. 

            Lo de las uvas… bueno, hace muchos años que lo di por inútil. Y mira que ahora hay facilidades, que si uvas sin pepita, que si uvas peladas. Pues lo reitero: yo no soy capaz de meterme en la glotis doce objetos de unos tres centímetros cúbicos a ritmo de carrillón. Que no. Puede que lo próximo sea que te vendan las doce uvas sin piel ni pepitas y ya masticadas en una bolsa de pulpa termosellada. A ver los de las alhóndigas que ahí hay un nicho de mercado.

            Tampoco voy a aburriros con los deseos más comunes que se suelen pronunciar por estas fechas tan señaladas: que le dé un cólico nefrítico sindicado al gobierno entero, que le diagnostiquen Alzhéimer a Montoro y se olvide de cobrar el IVA… no. Con que tengamos salud y algo de suelto…

            En fin, tengo que agradecer a mi parroquia de lectoras/es (corta pero selecta) que aún sigan conmigo. Y este año, a los medios que me han publicado, además del modesto premio de narrativa que he cosechado. Nada importante, pero para mí es un orgullo. Y como no, a mi corrector, editor y filólogo de cabecera (Q), sin cuyos desvelos y apoyo nada hubiera sido igual y seguramente peor.

            Por mi parte, el 2013 se puede ir a tomar viento. Que es la mejor forma de decirlo clarito. Y que pase el siguiente con todas sus novedades a ver qué trae.

            Puede que os parezca raro, pero hace años que adopté una pequeña costumbre. Cada noche, cuando me meto en la cama, intento no olvidar que soy un privilegiado que aún cuenta con un techo sobre su cabeza, tres comidas diarias e incluso algo de numerario para gasolina y atún (que si mi moto funcionara con atún ya ni te cuento). Para no olvidar que la diferencia entre mi ADN y el del indigente o desahuciado que vagabundea por las calles es muy poca. No me gusta dar nada por sentado, porque la vida nunca se sienta. Siempre está en marcha.  

           
Mis mejores deseos para todas/os en 2014.

A pesar de. 






1 comentario:

José Antonio Flores Vera dijo...

Curiosamente sobre propósitos trata mi nuevo artículo en Ideal, que espero publicar en unos días. No son malos los tuyos colega que, además, tiene los pies en el suelo.
Feliz año.