domingo, 5 de enero de 2014

CRISIS? WHAT CRISIS?




E
scribo estas líneas acompañado del fragor callejero que parece como si el Comendador de la villa hubiera abierto las compuertas de una presa atestada de ciudadanos enloquecidos por las luces estroboscópicas de los escaparates, y esa turba se hubiera expandido por las calles a la caza y captura de un negro con dos cómplices. No, no es la III República. Es la tarde de la cabalgata de reyes. 

            Que tampoco es de despreciar el rio de coches quemando embrague a tirones,  que avanza a velocidad de pensionista cojo, buscando un aparcamiento solo existente en su imaginación y cargados de niños ilusionados lamiendo las ventanillas y de padres que si dispusieran de un Kalashnikov, Chuck Norris quedaría a la altura de un pacifista vegetariano.

            Claro que si el que dispusiera del Kalashnikov fuera yo, todos los puñeteros cláxones que están sonando a la vez en estos momentos, dejarían de hacerlo. Os lo juro.

            Entrando en materia, tengo dos misterios de difícil solución: ¿cómo puede ser que en Navidad los bares y los comercios estén llenos con la crisis galopante que hay por esas calles de Dios? El otro es por qué no hay anuncios de motos en la tele, pero ese lo investigaré más adelante.  

Es un enigma que llevo husmeando desde hace tiempo. Más que nada porque me dan ganas de emular a Jack (El Destripador, no el de la colonia) cuando escucho a las señoronas de abrigo de zorro y voto azul armarse de razón y usarlo como argumento con su «no es para tanto, que se quejan de vicio, si está todo lleno, Cayetana…». 

Por lo que llevo rastreado supongo que no se puede decir que haya una sola causa. Son varias. 

En España hay más de 300.000 bares. Que se dice pronto. Solo en Andalucía hay el mismo número de bares que en Dinamarca + Finlandia + Noruega + Irlanda. Vamos serviditos ¿no?

O sea, aproximadamente un bar por cada 140 habitantes. Chiringuito más o menos. 

Esto sería cojonudo si no fuera porque comparativamente y redondeando, hay una biblioteca por cada 8.000 habitantes, claro. Las prioridades están claritas, ¿verdad? Es preferible una población abotargada por la fermentación de la cebada con su calamar plancha que una masa crítica que lee. Eso se sabe desde los tiempos de Pericles. Y los gobiernos lo aplican sabiamente, claro.

Además, oye, que aquí el personal es mediterráneo. Nos gusta más la calle que comer con los dedos. Y el clima ni te cuento. Una maravilla. Que mira, también se podría leer en la playa, pero claro, si cada dos páginas de Dostoievski te pasan por la cara unas nalgas escasamente cubiertas de tela… la cosa se pone dura. Bastante dura.

Que nos gusta la feria, vamos. Y como dice una buena amiga y poeta urbana: «noches de desenfreno, mañanas de Ibuprofeno». Que además la pobre sufre en silencio a las jaurías del consumismo desaforado en versión dieciochoañera mascachicles. Una santa.

Bueno, pues para simplificar la cosa, hagamos un modelo poblacional. Pongamos una supuesta ciudad cuya población es exactamente de 1000 habitantes. Cerremos los accesos (para que no se nos joda el modelo). Proporcionalmente, extrapolando datos, esta población tendría 10 bares y como, aproximadamente existen unos 12 comercios por cada 1.000 habitantes, pues tendría 12 comercios.

La población de esta ciudad, a la que podemos llamar Villa Modelo, por un poner, tendría una población ocupada (o sea, currando) de 600 personas. Tendría además 260 desempleados. Y los 140 restantes pues serían jubilados o menores de 15 años. En números redondos, vamos. De los 260 desempleados, aproximadamente (dado que la cobertura por desempleo está actualmente en el 62 %) cobrarían alguna prestación solo 160, los otros 100 estarían a verlas venir. Y muy cabreados.

Entonces llegan las fiestas. Bien la Navidad, la feria de verano o el patrón de Villa Modelo que podría ser Ntra. Sra. de la Estadística. Y la gente se echa a las calles, además de por el buen clima, por olvidar las penurias.

Según hemos calculado, los habitantes con alguna capacidad de consumo, serían unos 760 (600 curritos y 160 desempleados pero que aún cobran algo). Como hay 10 bares, si se reparten entre ellos, cada bar saldría por unos 76 clientes, lo que lo haría parecer abarrotado. En el caso de los comercios, cada uno de ellos podría llenarse con 63 compradores, también hasta la bandera.

Si en ese momento llega la señora marquesa a su cortijo en la población, vería con asombro que todo está a reventar, y claro, pensaría ¿dónde está la crisis? Claro que si preguntara a los dueños de los bares o los comercios, le dirían que sí, que está lleno unos días pero que la gente si antes se dejaba 50 euros en consumiciones ahora se deja menos de la mitad. Pero la señora marquesa no se va a bajar del Rolls a preguntar, claro.

De hecho, sin ser yo mismo marqués, solo tengo que asomarme a mi calle ahora mismo, que hace un par de horas era una marabunta de gente y, aún estando las tiendas abiertas hasta las tantas, no hay ni gatos. Los comerciantes están en la puerta consultando el reloj y pensando en cerrar ya. Total…

Así que la crisis está y está para quedarse. Aunque son datos que no veréis en los medios de comunicación, los economistas (de un lado y de otro) calculan que para volver a la situación que teníamos antes de la catástrofe habrán de pasar entre 10 y 15 años. Puede que más. Hablamos del año 2025, por si no queréis calcular. 

Que cada una y cada uno saque sus conclusiones. Sobre todo para ir a votar. 

Pero bueno, como es noche de Reyes, poned las zapatillas en la ventana que siempre queda la esperanza. 


Más que nada porque significa que aún tenéis una ventana dónde ponerlas. Y un techo.


Feliz noche.



PD. Si os interesa saber cuántos bares hay en vuestro pueblo, aquí hay un gráfico chulísimo: Pinchar aquí
 



1 comentario:

José Antonio Flores Vera dijo...

Efectivamente colega, una crisis muy extraña, una mezcla de perroflautas -ya lo somos casi todos- y pomposos audisbmw por doquier. Un globo que se infla por un lado, gracias a que se desinfla por el otro.
Y precisamente tirar la casa por la ventana un par de días al año es síntoma de esta persistente crisis porque así somos. Es más, volveríamos a construir todo lo construible si se volviera a presentar la oportunidad. Porque -insisto- así somos y no hay remedio.
Que los reyes te hayan sido propicios.